Jaime Barrios Pena - eneabiumi

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Jaime Barrios Pena

Jaime Barrios Peña



Nació en Gutemala 20/8/22. Doctor en Filosofía y Psicología, Psicoanalista, Licenciado en Derecho Internacional y Diplomacia, Escultor.
Ha publicado 24 libros: Ensayo, teatro, Poesía y Novela Corta.  Entre otros:
EL ARTE MESTIZO EN AMÉRICA LATINA
Discurso y mutación cultural. Quinientos años después: 1492 - 1992
Buenos Aires, 1989
FORMACIÓN MITOLÓGICA DE MI MISMO
Poemas
Buenos Aires, 1989
DEL AMOR Y LA NADA
Poemas
Buenos Aires, 1989
DEL MITO A LA EXISTENCIA
Reelaboración sobre una marca
Editorial Fénix
Suecia, 1991
LA FUNCION PATERNA EN EL ACTO CREADOR
Hacia una Estética de la Nada
Editorial Fénix
Suecia, 1993
DE STRINDBERG A BERGMAN Y NOREN
La búsqueda ontológica del ser en falta
Editorial Fénix
Suecia, 1995
(Johan Enbergsv 3 tr2 - 17162 Solna - Suecia.)  


CERVANTES Y SU TIEMPO HISTÓRICO (*)
 
 Se puedo ubicar un perfil sobresaliente en la Es­paña del siglo XVII y sus manifestaciones artísticas que lógicamente se desprenden por concatenación histórica del siglo XVI. Lo español como expresión genuina de ese momento, transcurre en una serie de circunstancias profundamente conflictivas, que se hacen patentes en su narrativa y plástica y se caracterizan por procesos de disolución de los ideales soñados por el clásico, que no responden a la circunstancia histórica vivida entonces. Privando la ficción sobre la realidad sobreviene un clima de catástrofe por la invasión francesa y la Reforma. Se rompe la seguridad del mundo impersonal y surgen los rasgos subjetivos deformando la realidad intencionalmente, en un movimiento que busca congruencia con la realidad fragmentada, haciéndose tendencioso en el plano intelectual. Se pretende encontrar una solución al resquebrajamiento del mundo tradicional por los impulsos de vida y muerte que lo cercan en la realidad concreta de su cambio existencial. Su representante más genuino es El Greco dentro del espiritualismo místico. ¿Qué ha sucedido en el trasmundo del manierismo español? ¿Porqué se ha destruido la unidad espacial y por tanto se hace ilógico en la comparecencia de las figuras? Gravitan las figuras reales en espacios irreales y a veces con condensaciones y desplazamientos como en el proceso onírico.

El sueño y el mito irrumpen en el manierismo como emblemas de una crisis existente que rompe el formalismo artificial de los esquemas ficticios. El Greco es un vértice de significación de Toledo que trasciende lo mundano como en el Entierro del Conde de Orgaz, composición ceremonial que pretende establecer un puente entre lo terreno y lo celeste. Pues bien, lo que ha sucedido es un proceso de disolución que fractura los viejos cánones del hombre español, portador de las hazañas del Cid y su grandiosidad imaginaria y humana para trascenderse en la caballería, que es una vía continua de aventura, amor y honor hasta llegar al punto nodal de su derrumbamiento que señala la crisis y se detiene en lo reversible del tiempo como si la anticipación de la muerte tuviera otra única oportunidad. España hizo de la caballería un culto y su héroe guerrero era portador de un imposible, Cervantes, de alcurnia caballeresca a pesar de su pobreza, representa el tránsito de lo romántico al realismo y por tanto al mundo del contraste y del contrapunto que rompe la ficción de una aventura imponderable. Después de Lepanto donde fue herido al regresar de Italia, fue apresado por piratas argelinos y estuvo en cautiverio por cinco años hasta 1580. A su regreso, encuentra a su familia muy pobre y tiene que trabajar para sostenerla, su estado emocional se agudiza cuando se produce la derrota frente a los ingleses. Se confabulan así en el fracaso, el sin sentido de la caballería y el irracionalismo romántico en una época escéptica. Don Quijote es la resultante de una contradicción humana vivida por el personaje frente a su mundo, contradicción que no entiende ni acepta, sumergiéndose en el sueño donde lo subjetivo y lo objetivo se confunden y las antinomias desaparecen en un juego cuya atmósfera hace detener el tiempo permitiendo afirmar que el sueño es un texto con restos diurnos y la vigilia un texto con restos oníricos.
Don Quijote se duerme o se muere prematuramente para eludir la catástrofe de la historia, que avanza diacrónicamente sin poderse detener. El mundo donde puede hacerse el tiempo reversible es el mundo del sueño, no sujeto a la sucesión como formación del inconsciente. Rescata su espacio subjetivo como única realidad ya que la externa está poblada de demonios. El Quijote transgrede la realidad material y hace prevalecer su mundo íntimo desde donde desconoce la tensión y la antinomia. Cervantes crea el personaje heroico humanizado como sujeto hendido, pronto a disgregarse, cayendo de los pedestales a la vida cotidiana y grotesca, crea el humor y lo cómico en el pasaje entre lo artificioso y formal y lo ridículo defectuoso. El personaje está enmarcado en el engaño dirigido, hecho a propósito para el contraste y las interferencias entre lo inmanente y lo trascendente. Lo sorpresivo y lo insólito caracterizan también la obra de Cervantes, condensación de una época y sus antecedentes históricos. Su creación manierista es una forma de acudir a los recursos mágicos del hombre que dormitan en los mitos mayores y menores de su inconsciente, para enfrentarse al mundo y a su propia mismidad angustiosa.

Adentrarse en la totalidad es un recurso humano para transgredir la realidad formalista y estática que presiona, de este juego entre las fuerzas antitéticas deviene un sujeto cuyo discurso se manifiesta grávido de aberturas por donde tamizan los fantasmas de la creación del hombre. Si partimos de Cervantes y El Greco en su creación manierista que recoge una época de conmoción vital para el pueblo español y su historia, de inmediato cae una perla en nuestra mente. El manierismo así concebido, encuentra una vía imaginaria y simbólica coincidente con el realismo mágico de los pueblos indígenas americanos y sus expresiones orales reiterativas en búsqueda de la tensión del tiempo y la metáfora que sirve de vehículo a la transgresión de la realidad. Es en este momento cuando ambos fenómenos coincidentes, se entrecruzan. Como totalidad se exasperan y crean un nuevo sujeto. La gran tradición, la gran aventura, la búsqueda de la bondad y clamar, la búsqueda de la identidad, que desde el Cid sigue imperando en la obra de Cervantes, estará también traducido en nuestras narrativas, en nuestras escritos de origen indígena. Esa búsqueda del hombre y sus orígenes impregnado del mito y empleando una palabra auténtica, a través del realismo mágico y del manierismo español, crea la nueva mutación cultural. Y con la poesía se deslizan por el espacio armónica de un amenazado equilibrio. Invocan a los grandes ausentes, a los sím­bolos sobre los que se monta la vida humana y nos demuestran que lo real es imaginario, que su distancia es artificial, que nuestra relación en vigilia con la realidad concreta y las personas se remontan a sus orígenes a “un principio onírico”

* ( el Maestro es un laborioso creador múltiple! y ha tenido acceso a muy buenas fuentes filosóficas y psicoanalíticas! merodea los 85 años... vive en Estocolmo y en actividad constante)

INTROVERSIÓN
 
I
Sinceramente lo digo
no me gustan los adioses
porque dicen más de lo que dicen.
 
Hay en el adiós algo de límite
mucho tiene de anhelo
pero demasiado de muerte.
 
Decimos adiós cuando partimos,
adiós cuando perdemos, cuando
todo termina y nunca volvemos.
 
II
Se detuvo el reloj a hora precisa
y yo continúo aquí y ahora,
afuera, dimensión sin tiempo.
 
Recuerdo sin nombre, ceremonia
de pasados presentes.
Alguien que habla por mí
y murmura sonidos incongruentes
 
Fugacidad del instante
sin límites adversos,
sin puertas ni ventanas
 
Punto sin equinoccio,
sin rumbo ni pupilas,
sin gravedad, latiendo.
 
Soy otro ente sin sentidos
que no miente y que sin quererlo
se despide lentamente
 
III
Calendarios ajenos, artificios.
Intoxicación de humo, niebla,
gritos silbidos y estridencias.
 
Miedos sin objeto, dolida esclavitud.
Prejuicio, formas, costumbres.
 
Tumulto de ciudades cafés y bares,
rutinas que ahogan el viaje,
el único viaje al mundo de mí mismo.
 
En esta anarquía de los sueños
sólo resta asumirnos sin ayuda.
Soledad cierta y terminante
que obliga a borrar marcas y lenguas
para el reencuentro final con el
amigo... el torpe silencio
de la sangre que todavía corre
en este viejo continente.
¡Es tan pequeña la vida y
tan inmensa la muerte!
     
IV
A veces me canso de mí mismo
sin variación, rutina.
Círculo cerrado de un mundo
que se ignora y canta
con voz de sirena y sal marina
 
Por eso me gusta el mar ilimite,
el viento sin brújula de alas
y el cielo que nunca termina.
 
Odio lo que se detiene
el ancla y la palabra siempre
la inercia de lo que se sabe.
Sólo vivo del enigma suspenso
y de la locura donde todo cave.
    
V
Puertas murallas cerradas,
todo sumergido, sin contacto,
ausencia de alguien distinto
 
Aquí, en mi propia raíz,
la esencia que quedó
del viaje alucinado.
Travesía y cansancio
sin imagen ni recuerdo.
 
Proveedor de mí mismo,
alimento maíz, leyendas,
ciclones y lunas de jade
 
Reconstrucción del mundo,
ritmos primitivos con
idiomas extraños,
dimensión fracturada
de mi dolorosa entraña.
 
Sólo el mito de siempre
olvidado y proscrito.
Muro de silencio sin
cambios de ruta,
agónicos destinos de exilio
y soledad inmensa
 
Más acá recordación sanguínea
en pulsos fuertes, trepidantes
en la bóveda del cráneo.
Ritual y culto sin palabras:
¡Ah más acá de mi mismo!
¡Ah identidad lo mismo!
¡Ah la letal inercia!
 
Y al final, nada, nada, nada,
una nada tan grande que sólo se
conforma con mi diminuto universo.
  
VI
Yo, alguien, otro mundo,
todos,cosas, historias sin contar.
Yo, fin, circunstancias ajenas,
artificios de un carnaval inconcluso.                
Yo, intoxicado de humo, niebla
gritos, silbidos, estridencias,
miedo a los otros, respeto doloroso
igual a esclavos, Espartaco y negros.
 
Un ser que se perdió en susurros
y soledad de ciudades arrasadas,
fantasmas, monólogos y rutinas
para apagar la angustia.                
Adictos a la droga de la costumbre
nosquedamos sin nombre, con un posible
reencuentro en el punto anónimo del
silencio…...
 
VII
Cerré mis puertas y surcos;
todo sumergido, sin contacto.
Aquí en mi propia raíz, esencia
final de travesías y caminos.
Al fin mis propios proveedores:
maíz, leyendas y obsidiana.
Estoy como antes de llegar
sumergido en el mito del tiempo
 
El coste: el exilio, la condena,
la soledad sin límites, a tientas.
Recordación sanguínea, pulso fuerte,
ritual y ceremonia de uno mismo.
 
Mi puro ser que se defiende
de la amenaza de permanecer
idéntico, repetición interminable
de lo mismo, sin diferencia.
Ahora soy autosuficiente, libre.
Mito germinal y agorero, perenne
espacio profundo, sin tiempo:
luz y sombra en este mundo perdido
de mi final incipiente.

(Del poemario: Oficio de lo Imposible)

VINO TINTO
Para todos mis amigos en este ochentipico que llegó sin car-
naval ni comparsas, sin tranvía ni vino tinto, pero eso sí, sin
perdonar el viento y sin andar lento.
Jaime Barrios Peña. 8/05
 
Estoy convencido que todos poseemos un pequeño teatro del mundo en nuestra intimidad. Y puedo decir una verdad incontrovertible. No todo lo sucedido es cierto en la vida de cada uno. Mucho de la historia personal se hace afuera, en otra dimensión de la conciencia. Posiblemente en el espacio de la ficción, pero todo esto es tan válido, como el sueño y el recuerdo. Sí algo no sucedió poco importa para nuestros deseos y esperanzas. El caso es que existe otra dimensión donde somos los únicos amos de nosotros mismos; nuestro ser posee la virtud de no ser en lo que la realidad externa nos impone a la fuerza. Nuestra fantasía crea otra realidad aparte, tan verdadera como la arbitrariamente impuesta. La ficción y la ilusión son nuestras aliadas en esta construcción propia; refugio del espíritu inquieto y conmovido. Se trata de una dimensión suprema para el refugio de los deseos creativos, con estas ideas nos aproximamos a las comarcas de la poesía.
 
Hoy me perdí en ese mundo otro, sumido en la distancia y el ensueño. Volví después de mucho tiempo a evocar mi llegada a cada una de mis edades, desde mi primera en el regazo materno hasta que pude hablar y correr en la pequeña plaza de mi barrio para buscar la tienda de la esquina, en donde compraba caramelos con lo que me sobraba del pan y la leche. También allí recuerdo que ya más grande, jugábamos a las escondidas con los amigos, y de repente un día que se me hace muy lejano, la primera ilusión y el encuentro de alguien diferente a mis padres. Se trataba del primer amor. Nací de nuevo en el ardiente encuentro. Se me llenaron los ojos de mañanas y a los lejos vi enormes velas y gaviotas merodeando en la danza de las olas, sin pañuelos de adioses apagados. Todo vibraba en mi interior, había crecido en la tierra fecunda y silvestre del rocío. Y fue así, estoy seguro y cierto que crecí definitivamente en el amor para después pro-longarme en la ruta luminosa de los hijos.
 
Luego perdí con el signo del implacable destino pero pronto, en una conmovedora pregunta acepté la pérdida constante cada día, cada, mes cada año, el fin irreversible. Sin embargo, aceptar esta evidencia y llenarme de proyectos y jornadas, me condujo al regocijo de asumir también mi libertad de ser nuevamente. El viaje valió la pena y a cada momento puedo ser nuevamente, descubriéndome en lo propio y en el mundo de la poesía. Puedo incorporarme a la vida, pienso, río lloro, amo, veo las estrellas y el sol de cada día y puedo decir a todos mis contemporáneos que vivimos en dos mundos: vigilia y sueño, fantasía y realidad, mito y existencia, ese es el orgullo de mi estirpe: Nacer siempre en los nuevos caminos.

DE LO POSIBLE Y DE LO IMPOSIBLE

En el ocaso del impulso y el deseo
siguen siendo dueños de mi vida
las cosas simples y elementales.
De las estaciones la metamorfosis,
la golondrina que se quedó retenida,
la rosa que de vieja se arrodilla,
la mano de un niño que señala,
la araña que se esconde defensiva,
una carta hace tiempo esperada,
el café en la plaza compartido,
los labios que dicen gracias y sonríen.
El recuerdo parvulario de los hijos,
el beso de una mujer en el reencuentro,
el adiós que se traga la distancia.
Hasta el bus que me lleva no sé a donde
todos los días, a donde, a donde todavía.
Todavía estoy aquí para contar
lo que me sucede todos los días:
Las cosas simples y elementales
que por cercanas me sostienen más
que los satélites, las computadoras
los robots y los planetas.

Está nevando y yo deseo vivir
 más y más en un mundo blanco.
Sin color sin ritos, sólo imágenes
ambulando en un territorio sin límites.
Nunca como ahora fue paz el blanco
supliendo a las palomas muertas.

Afuera esta nevando y yo sí tengo
ganas de vivir corazón porque
la vida tiene sentido y sabor blanco.
¿Será el blanco el signo inmutable
y único de la verdad del hombre
perdido en la lucha fratricida?

Esta nevando y se agitan las banderas
sin nombre en la distancia, sin aves
marinas, sólo quejidos sin reposo
que ignoran las olas y la arena.

Está nevando y el blanco me detiene
frente a un enorme castillo
iluminado por dentro, donde los
niños juegan a la ronda y no sé
si quedarme afuera o adentro.

Jaime Barrios Peña
Estocolmo, diciembre 2005

Viva la vida!

"El diablo Frida con disfraz de ángel" / Julio Paz, Milano,1991
Tempera all'uovo su tela / 197,5 146 cm.

centenario de Frida Khalo (1907-2007)
Comencemos dando los nombres completos. Durante 25 años, entre 1929 y 1954, vivieron en una peculiar casa de Coyoacán, Magdalena Carmen Frida Khalo Calderón y su esposo Diego María Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez. Para todo el mundo hoy conocidos como Frida y Diego. Dos habitantes de la Tierra fuera de serie. Anhelaban el amor en una lucha constante más allá de todas las convenciones. La frase quevediana les calza muy bien, fueron rompedores de límtes y sombras.

Los colores eran su mexicano grito de guerra. Llegaron juntos a aquella casa, que pintaron de azul, cuando Coyoacán ( lugar de coyotes en náhuatl) comenzaba a consolidarse como centro emblemático de la urbanidad de México. El mismo Coyoacán que había visto Bernal Díaz del Castillo como un gran poblado de 6 mil casas. El mismo lugar de las primeras conspiraciones independendistas, como la del cura Manuel Altamirano. Frida y Diego no escogieron en vano su vivienda. En Coyoacán estaba la historia de México en cada esquina. Y en Coyoacán había nacido Frida, un 6 de julio de 1907.

Frida había encontrado a Diego de casualidad, cuando él pintaba un mural en la Preparatoria. Desde entonces uno no podría ser sin el otro. Aunque Diego reclamara como un vampiro sagrado, toda la sangre de la fama. Detrás de cada genio pintor suele haber una gran mujer. Por eso no fue inmediata ni fácil la ascención de Frida. Era demasiado para una mujer, en un medio diseñado para hombres. Deberían pasar muchos años después de su muerte, casi los mismo que vivieron juntos, para se diluyera la sombra protectora de Diego y se mostrara a Frida, con su propia luz poblando telas.

Pero la vida de Frida Kahlo es su obra plástica. En el subsuelo de un grito rebelde, que ante el fusilamiento del tiempo y de la biología nos dice siempre: "Viva la vida". Un viva que deviene del vernáculo “Viva la Revolución” y por supuesto del “Viva México”. Porque Frida es México y México resulta también Frida: una historia mestiza y quebrada, una sonrisa sobre las heridas, un verde esperanza, un rojo plasmático y vital y el blanco con su apriórica pureza. La sandía y la bandera. La fruta y el águila. El desierto y las aguas invisibles de Tenochtitlán.

La ruta de Frida continúa al ritmo de un corrido de Zapata o es como un eco del diálogo de los Judas de doña Carmen o un encuentro con las piñatas henchidas, que se deben de romper con un palo que representa la fuerza de las divinidades escondidas. Todo ese sentimiento de lo inconcluso, de lo fugaz y lo absurdo, con la canción de fondo de un pueblo que amó sin condiciones.

En la historia de Frida Kahlo, se conjugaron tantas circunstancias e incidentes dolorosos, como un muro de piedra tratando de interrumpir su fuego interno, en la lucha por supervivir. Pareciera que ella se impuso la consigna de sólo morir momentáneamente, mientras la condensación de sus símbolos desentrañaban su eterno retorno, como en las leyendas de sus antepasados precolombinos.

Porque su biografía es su creación pictórica. Que además ofrece hechos dramáticos, pero sin perder nunca lo poético de la existencia. Poliomielitis a los 11 años, grave accidente a los 18 años que le afectó la columna vertebral, la pelvis y la matriz. Casi toda su vida usó un corcelete ortopédico y fue sometida a múltiples operaciones que la retenían por largos períodos en cama. Pero ella caminó de nuevo.

Sigamos: tratamientos médicos permanentes, hasta culminar con la amputación de una pierna, obligándola a permanecer en una silla. Lo que no impidió que desfilara, unos días antes de su muerte, en la manifestación de protesta por el derrocamiento del Presidente Arbenz en Guatemala.

En la reminiscencia: El movimiento zapatista y las ilustraciones de Guadalupe Posadas. También su padre, fotógrafo de origen alemán Y su madre nativa de México. Y el conmovedor crecimiento del muralismo mexicano, como pantalla de su vocación plástica.

Dijimos que en la Preparatoria conoció a Diego, que la idealizó luego en una vigorosa imagen, en el mural de la Secretaria de Educación Pública. Diego fue desde el principio su obsesión, un prójimo simbiótico. Rivera la apoyó como un padre en el orden simbólico y en el dolor de su esterilidad, fue también su hijo no habido.

El mensaje de Frida en la primera exposición de autorretratos, es un puente tendido desde lo popular hasta la metafísica que reelabora un cuerpo herido. Frida es conciente que posee un saber desconocido. La profundiad del ser en sus desgarramientos esenciales. Como si fueran poemas de López Velarde que se plasmaran en los lienzos. Frida es capaz de expresar esa fuerza contradictoria entre la muerte y la vida: el erotismo sin culpas aunque sangrante. Como una versión femenina de San Sebastián. Atravezada de vida, mutilada por la muerte, renacida en el arte.

André Bretón la consideró surrealista. Pero Frida escapa a los ismos, especialmente como etiquetas impuestas desde el centro de Europa. Raquel Tibol cita la opinión de Frida sobre su pintura en la exposición de Autorretratos de Pintores Mexicanos en 1947: no sé si mis pinturas son o no son surrealistas, pero sí sé que son la más franca expresión de mi misma".

Frida es una vuelta al orígen desde el arco de la utopía del devenir. Así resultan tan modernos, su traje de tehuana, sus esculturas precortesianas, sus juguetes de niña y los de Diego, los judas de carrizo y papel, las calaveras de azúcar y papel, tejidos y cerámicas, máscaras y todo lo que es y será propio del arte popular de México.

Era receptiva a todo lo que era cultura, se informaba sobre el movimiento científico y artístico, especialmente sobre el pensamiento filosófico, político y estético. Como resultado de la lectura del libro Moisés y el Monoteísmo, que le obsequió un amigo, pintó uno de los cuadros más simbólicos en su construcción, argumentando que la gente necesitaba inventarse dioses y héroes por el miedo a la muerte. En la composición además de los dioses y los héroes sobresale la madre y su hijo en brazos. En 1949, en la Facultad de Filosofía y Letras, la escuchamos en una conversación amistosa una frase que se me ha gravado, le dijo a Ofelia Jarquín: "pero chamaca, no te pierdas, todas las cosas siempre son y no son."

Voy ahora al metalenguaje de su pintura. Desde que quedó inválida, le colocaron un espejo en el techo, arriba de su cama, con el objeto de que pudiera verse y dibujar. Fue así como Frida encontró en su propia imagen, una ratificación de sí misma. La repetición surge, pero no vuelve a la identidad, su creación radica precisamente en la diferencia, en la novedad. No se repiten con exactitud los autorretratos, en cada uno de ellos sólo los rasgos esenciales persisten como signos de identidad, luego aparecen las diferencias marcadas que sugieren momentos, tránsitos y situaciones. Se cumple así el calificativo de recurrentes que les diera Diego.

En cuanto a su cuerpo herido y mutilado, que le hizo pensar en el suicidio, aparece constantemente en sus cuadros y la conduce a canalizar la necesidad de exorcizarlo, dominarlo en la imagen. Reiterativamente evidenciado, no en su superficie sensible sino en su proyección en la forma. En este caso se demuestra que no hay forma sin superficie.

Hay otro elemento estructural que completa el anterior, me refiero al "doble" como tema sustantivo en su pintura. Se puede, con Rank, decir que se trata de los vínculos con la propia imagen, vista en el espejo y el espíritu tutelar, la doctrina del alma para enfrentarse a la muerte.

Frida Kahlo. La veo bajo el signo de Quetzalcoatl, en el colorido del paisaje de México. Se escuchan todavía las voces revolucionarias. La cruenta lucha comenzada en 1910 para construír un México nuevo. Pero también para Frida una voz en favor de los humildes. Y la opción espiritual del arte, ante el materialismo vulgar que consume nuestro mundo.

En definitiva, ella decidió ante el infortunio, sobrevivir en el arte. Porque en su obra se manifiesta no sólo el sentido trágico, sino su sistema circulatorio y óseo para producir una nueva criatura: el mundo de Frida, como símbolo y restitución del parto que no tuvo. Y del universo más humano que anhelara tanto. Y en esta dimensión, los nudos de su existencia al expresarse, se enganchan a los eternos problemas del ser: el nacimiento, la muerte y el amor.


En homenaje a Ingmar Bergman

La historia del arte cinematográfico, se enriqueció con el encuentro de dos largometrajes de dos grandes cineastas y dramaturgos contemporáneos en el año 92. Se trata de Bergman y su creación fílmica Las mejores intenciones y la de Solanas con su obra plástica El viaje. Ambos escritores, en el año del quinto centenario del descubrimiento de América, también descubren o nos conducen a descubrir una presencia sumergida en el mundo psicológico del ser humano llevada al plano cinematográfico con verdadero virtuosismo. Se trata de un significante presente en los albores de la individuación, de un signo con interpretación que conjuga el encuentro de fuerzas creadoras en la filmografía contemporánea: la filiación y el -nombre-del-padre, el sostén simbólico en el drama existencial del arte-tiempo. Antecedentes, los encontramos en: Fellini, Kurosawa, Buñuel, Tarkovsky, Antonioni, Leluche y Visconti, por no mencionar sino los más cercanos al tema. Sin embargo faltaba una línea que punteara en la dirección ontológica y se abriera, ampliando espacios de incertidumbre y de posibles explicaciones, la reiteración de situaciones dolorosas en el trágico destino humano y la manera de aligerarlas de su carga afectiva. Requiere este planteamiento, además del reconocimiento de lo que somos, una fórmula simbólica que concrete el límite inaccesible del enigma y su camino críptico.

Las mejores intenciones y El viaje, producen el encuentro de dos continentes, de dos puertos deslumbrantes de extrema polaridad: Estocolmo y Buenos Aires. En mi opinión, constituyen dos obras representativas de la cinematografía contemporánea girando alrededor de un tema central: una parte de la verdad individual en su enlace con el mundo simbólico y sus puntos de sostén.

Bergman articula la trilogía de Fanny y Alexander, Niños de domingo y Las mejores intenciones. Y en coincidencia con Solanas, detecta el mismo elemento estructural en la onto y filogenia del ser humano, cuya distorsión, desubicación y falta o carencia provocan las medianas o extremas perturbaciones psicológicas. El significante primordial ya mencionado: nombre-del-padre sostiene al sujeto en el orden simbólico y en la legalidad y civilidad. Su falta en este orden estructural puede originar una vía alternativa o reelaboración canalizable por el arte como suplencia (1).

Cuando la falta o deficiencia del nombre-del-padre presiona, el sujeto busca elementos de apoyo y el registro del nombre propio. Una ratificación de existencia que mitigue el sufrimiento de la caída y el sentirse marginado de la significación básica, el arte en este caso, cuando se da como suplencia o vía de compensación del nombre-del-padre, manifiesta una realización simbólica de sustitución metafórica y metonímica. Las diferencias cualitativas de la falta o desubicación del nombre-del-padre implican una cuestión de grado entre el discurso psicótico, el discurso neurótico y el discurso relativamente normal.

Es posible señalar que Bergman, dentro del medio social, cultural y religioso de su narrativa, tiende más a una técnica intimista, en donde prevalece el problema subjetivo de los personajes y la justificación o emplazamiento de sus actitudes formalistas dentro del entorno social en que se mueven. Encuadre o ambientación cuya línea constante en la relación subjetiva de la dramaturgia sueca se instaura con Strindberg y se continúa con Lagerkvist, Bergman y Norén. En este sentido, la presencia de Strindberg en el discurso bergmaniano se proyecta permanentemente y llega con Hjalmar Bergman a los temas psicoanalíticos. La naturaleza físicamente percibible del mundo en cambio, sus peligros y amenazas, están presentes y agudizan la pregunta por el hombre y su mismidad. Hablo, por supuesto, en el énfasis de modalidades en la estructura dramática, no de la exclusión de componentes.

Para Maaret Koskinen, Bergman utilizó en parte el cine "...como una forma de expresión profundamente personal, igual de idónea para describir un problema existencial o psicológico que un mundo lleno de ficción, físicamente tangible" (2).

Agrega la doctora Koskinen algunas opiniones sumamente importantes para la comprensión integral de la obra bergmaniana. Para el efecto habla de una especie de "curva vital" en su cronología fílmica que transita de la estructura familiar y sus conflictos infantiles a los problemas de la juventud incomprendida, luego el conflicto sexual y el matrimonio en su madurez y la problemática religiosa y su aproximación a los temas psicoanalíticos últimos. Tal parece que se detectara una coyuntura interna en el drama existencial bergmaniano plasmado en el arte-tiempo.

En este ángulo de apreciación medular de la obra de Bergman, en parte coincidimos con Koskinen. Lo que se vislumbra en Ias imágenes, en donde sus fantasmas generadores alcanzan una clara trasposición en el manejo de sus identificaciones primordiales. Sin embargo, consideramos que en Mejores intenciones y Niños de domingo, la aproximación es más cercana a un fin de análisis que a un "autoanálisis alegórico" como semblante general de su obra cinematográfica.

Solanas se pronuncia por una marcación socio-política de nuestra realidad latinoamericana desde el descubrimiento de América. Se refiere a los grandes avances que alcanzaron nuestras culturas precolombinas y su destrucción, efectuada por los conquistadores; así también a la marginación de las clases desposeídas hasta llegar a la extrema pobreza de nuestros pueblos; a la situación actual de países divididos en ricos y pobres y a los gobernantes entregados a las transnacionales y a disposición del Fondo Monetario Internacional. Surgen también las sombras nefastas de la dependencia imperialista y la presión de la militocracia y los grupos paramilitares, que actúan impúnemente aliados a la psicopática tortura y el asesinato de niños vagabundos.

Las mejores intenciones y El viaje constituyen dos poemas dramatizados de la lucha del ser humano en ambientes distintos, pero con un fin concreto: el reencuentro con el padre, liquidando el anonadamiento del vacío y las faltas de sostén simbólico en el mundo de la ley. Se trata de la filiación y por tanto de la concreción de un nombre, del reencuentro pacífico y de la diferencia con el padre. En las dos creaciones cinematográficas, el análisis circunstancial y el detallismo exhaustivo constituyen un alarde de técnica fílmica. Pero como culminación del acto creador, la fuerza de la temática nos conduce a seguir el andamiaje y la trayectoria épica de un Ulises que no se rinde al canto de las sirenas sino que a pesar de la turbulencia angustiosa vuelve a puerto sabiendo quién es, en un registro existencial de origen auténtico y libre de culpas parricidas.

Me adentro en el espacio del reencuentro con el padre, superando la ambivalencia de la relación edípica. Se trata por supuesto del padre muerto y su herencia valorativa en el orden de la ley, de lo universal y de lo simbólico. El reencuentro con el padre permite superar el odio primigenio por medio de una reunificación, que justifica y reconcilia al sujeto consigo mismo y, a la vez, como alcance máximo con el mundo. La reconciliación y reencuentro con el padre constituyen el mecanismo que ubica al sujeto en una posición justa al ser aceptado a cabalidad en el orden de la ley interdictora, superando los resabios incestuosos y permitiendo, además, alcanzar lo que se llama la diferencia radical como objetivo básico del análisis.

Se juega en esta intelección la noción de límite con un objeto alrededor del cual gira el sujeto, en su trayectoria de formas arbitrarias y fantasmáticas, para aproximarse a su pérdida primaria. El ser humano está signado por el límite que conforma su deseo y sólo cuando está en capacidad de reconocer la pérdida de su objeto, alcanza la capacidad de un gran amor; para ello debe interferir la metáfora paterna. En este sentido, la diferencia radical define una concreta posición del sujeto respecto a sus objetos primordiales: la madre y la continuidad del goce indiferenciado y la regencia de la ley paterna interdictora del incesto. Sólo entonces, con la aceptación de ese significante primordial y la subordinación a él, es como el sujeto alcanza el amor ilimite y por tanto su relativo equilibrio, liberado de la angustia y el dolor que provoca la amenaza incestuosa.

Repito, se trata de un encuentro reconciliatorio, exento de culpa y temor, generado por los posibles y primitivos deseos de parricidio en la competición arcaica por el objeto materno. Recuerdo que en el inconsciente se encuentra el origen de todos los parricidios simbólicos de palabra y pensamiento desde la infancia.
Bergman y Solanas conducen en sus respectivas obras cinematográficas a esta temática trascendental para el ser humano y en su construcción plástica utilizan, ambos, la participación protagónica de personajes ficticios, simbólicos y míticos, enlazados en situaciones cotidianas y vivencias personales posibles proyectadas en la elaboración fílmica: ¿Hasta dónde estamos presentes en el acto creador? Es difícil marcar límites precisos y concretar el nivel de nuestra participación inconsciente.

(1) Barrios Peña Jaime. La Función Paterna en el Acto Creador. -hacia una estética de la nada- Ed. Fenix. Calcuta India, 1993.
(2) Koskinen Maaret. Ingmar Bergman. Retratos suecos. Ed. Instituto Sueco. Estocolmo 1993. Koskinen Maaret, es autora de un libro sobre la obra de Ingmar Bergman que constituyó su tesis doctoral: Spel och Speglingar. En studie i Ingmar Bergmans, filmiska estetik.

Otto René Castillo

En sus actos y en su creación poética, es sustancialmente un testimonio de humanidad. Nunca como en su caso, se puede hablar de parcialidades. Otto René es poeta y humano total. Sus acciones respondían a la reposición de la unidad perdida de un pueblo urgido de reconstrucción sobre la base de valores supremos, el principal de la vida. Nos decía: "Nada podrá contra la vida, porque nada pudo jamás contra la vida". Su poesía es el producto de una desesperada necesidad de alcanzar la meta de justicia de sus palabras, que contienen el deseo profundo de una tierra prometida. Otto René Castillo no sólo es épica moderna sino también utopía lírica para el devenir.
 
En la estructura de su poesía detectó el tiempo histórico de una persona que se mantiene consecuentemente en las marcas originales de sus experiencias y en los hechos propios de su condición humana. En el acto creador accede de una forma u otra a los grandes y esenciales temas de la existencia, sobre todo el amor, la duración de la vida, el conflicto social y la muerte. La poesía de Otto René Castillo es ejemplo vibrante de reconstrucción concientemente creadora, aunque también hay una intuición estética que coincide con la idea antigua de que la poesía es una de las vías para llegar a la verdad esencial del ser, a veces más efectiva que la historia misma.

Los poemas ottocastillanos transmiten autenticidad y entrega a los ideales más amados, y por eso conmueve, al abordar esencialidades del ser humano. No se queda simplemente en el juego formal o rítmico de la palabra que se fija en el entretenimiento de lo armonioso y la conjugación. Su lenguaje metafórico conduce a buscar la presencia de lo indirecto a través de lo directo, en un juego especialmente dialéctico donde se trasluce la idea que sin poesía el ser humano no sería plenamente, sino sería predestinado a lo pueril e intrascendente. La metáfora no es sólo un medio de expresión, sino, además, un instrumento para descubrirse en el mundo y en su temporalidad. Se puede afirmar que su poesía sugiere que el ser humano es siempre metafórico y por tanto poético y en ese sentido trata de ubicarlo, no sólo en lo natural, sino en su especificidad íntima.

La vida de Otto René Castillo es muestra conmovedora de la integridad del ser humano y sus relaciones con el mundo y con los otros. El discurso de Otto René Castillo contiene, además, la sublimación y restitución de las pérdidas originales y por tanto de sus faltas o carencias. Pero entiéndase bien, que no se trata de derivarla hacia el dolor de la existencia, sino de situarse frente a ella por la ruta de la serenidad y la reconstrucción, sobre todo a través del amor y en la suprema decisión por la lucha trágica. Cumple a través de su obra poética con un servicio de ontología sublimal. En este sentido, los recuerdos son medios y caminos hacia lo perdido en el tiempo vital y en las marcas de las vivencias. Se trata de una reconstrucción de las pérdidas del ser humano, mutilado y alienado, que culminan en el hecho de que, sólo a través del arte y la poesía, se restituye la vida y el mundo en constante destrucción, tanto en el medio donde se vive como internamente.

Recordemos que nació en Quetzaltenango, Guatemala en 1936. Creció en una etapa política de grandes transformaciones revolucionarias, era sin duda "nacido en octubre para la faz del mundo". Lo que le permitió nutrirse de nuevos horizontes y esfuerzos comunitarios por levantar una patria libre, habitable y productiva. En su adolescencia sus potencias creadoras se consolidaron, pero fueron violentamente reprimidas con el derrumbamiento de la Revolución de Octubre debido a las traiciones militares y económicas al servicio de la fuerza imperialista.

Otto René ocupó cargos estudiantiles muy importantes y dadas las presiones del régimen represivo, tuvo que emigrar con un grupo de jóvenes a El Salvador, donde continuó su doble lucha política y poética, entablando amistad con Roque Daltón, Manglio Argueta y otros grandes prospectos salvadoreños. Trabajó en muchos oficios para poder subsistir, pero dado el dolor de la patria herida empezó a escribir sus poemas que le permitieron publicar en la prensa salvadoreña y significarse como poeta, llegando a obtener un Premio de la Universidad. Su lucha revolucionaria se intensifica y nutre de experiencias invaluables en lo estético y también en lo político, siempre dos caras de la misma moneda para él. La ternura y profundidad de su poesía responde desde el principio y sin ambages a las clases explotadas y marginadas, a la que dedica sus primeros poemas de Atanasio Tzul.

En 1957 regresó a Guatemala e ingresa a la Facultad de Derecho, donde se distinguió por su elevado rendimiento académico, obteniendo una beca para realizar estudios en la Universidad de Leipzig. En 1962 se incorpora a un grupo de preparación técnica para la filmación de las luchas armadas destinadas a liberar a los países latinoamericanos. De vuelta a su país se dedica al teatro, sin olvidar su compromiso revolucionario. Pronto fue controlado por las fuerzas armadas y enviado al exilio nuevamente.

Viaja por varios países de Europa y América para finalmente incorporarse en la Sierra de las Minas a la guerrilla guatemalteca. Es capturado por las fuerzas del gobierno y conducido a Zacapa, en donde después de sufrir tremendas torturas y mutilaciones, fueron con su compañera quemados vivos.

El discurso poético de Otto René Castillo permanece vigente en la problemática guatemalteca y latinoamericana. Las horas del continente son siempre horas de epopeya y lucha. Nadie más acertado que Luis Cardoza y Aragón para ubicarlo: "Hora que escribo estas palabras a la memoria de un poeta y de una obra singulares, cortadas por la generosidad de su corazón y de su esperanza, escuchó un albor de que su poética está suscitando comprensión más precisa de nuestra vida cargada de dolor. Hay esperanza que se inicie la marcha hacia un entendimiento de la vida, de la paz, del hastío de la crueldad."

Mucho de la profunda intuición ingénita de Otto René Castillo, se sustrae de las ideas y preocupaciones sociales. Estoy convencido que su sacrificio heroico por el pueblo no ha sido en vano. Otto René sigue viviendo, las llamas no lo extinguieron sino se han hecho más potentes para expandir su gran calor humano.

Pero Otto René es ante todo un poeta, un gran poeta que no se queda en las superficies, sino ausculta, desentraña los signos ocultos y primigenios de nuestros ancestros mayas que residen en las entrañas mismas del ser guatemalteco y su voluntad de supervivir dignamente. Su poesía no responde a intereses egoístas de restitución individual sino a la reconstrucción y defensa de la libertad de todos, entre los que cuentan de manera especial los grupos indígenas. Será siempre un poeta popular.

La unidad de una patria libre de represiones resulta un Leitmotiv. No quería el "estado de sitios del alma". Al contrario, Otto René Castillo anhela y expresa el impulso generativo del ser, con el prurito de alcanzar una libertad que sea sinónimo de belleza. Me permito afirmar que los grandes héroes del pensamiento y la acción, en su entrañable sacrificio inexorablemente superan a la muerte. Lo físico se subordinado a lo espiritual. Cuarenta años de su muerte resultan entonces sólo una ilusión y de nuevo para vencer a la ignominia habrá que repetir las veces que sean necesario: "yo he de morir para que tu no mueras".


CUATROS DIBUJOS EN B/N DE MARTIN PONI MICHARVEGAS
EN SU HOMENAJE

                     

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